dimarts, 28 de desembre del 2010

El amor en san Agustín y Aristóteles es cosa de dos.

Yo digo que no. Que el amor es cosa de uno, del que quiere. Del que quiere amar. De uno y de todos, porque no se puede amar a un@ y odiar a otr@. Eso es amorosamente imposible. 
Aquí tenemos la cita de san Agustín : “Love is essentially love for someone.” Como si la luz tuviera como origen y causa de su existencia el objeto iluminado. O como si alguien te dijera :” tus ojos ven porque existen objetos visibles”.
Yo te digo que el amor no depende de nadie y que puedes amar en general y que puedes estar enamorado en general sin estarlo de nadie en concreto y antes que nadie de tí mism@. Y más aun que si no disfrutas de ese estado de enamoramiento previo nunca podrás amar de verdad a nadie en concreto. Porque ese estado de enamoramiento es tu escuela del amor. La escuela que te va preparando para la visita de Cupido. En “El arte de amar o amar es cosa de un@” encontrarás más.

Tampoco te aconsejo que «ames al prójimo como a tí mismo» (2,17). Uno mismo, una misma, no es punto de referencia objetivo y fiable para orientarse en la cuestión de más importancia en la vida y para la felicidad personal. Y de los demás. Puedes acabar hecho un lío. Yo no me dejaría querer por más de uno, te lo aseguro. No gracias. Hay quien se suicida...

En serio, ahora, no puedes empezar por el final. Didácticamante no es aconsejable. Y amar a los demás como a uno mismo es para el final, cuando la autoaceptación y el conócete a tí mismo, a tí misma, ya han alcanzado cotas de nuen nivel. Si empiezas con esa norma de san agustín posiblemente acabaras odiando al prójimo como te odias a tí mismo.

«Amar no es otra cosa que anhelar algo por sí mismo» (san agustín) (2,25), viene de la tradición greco romana que identifica amor con deseo, con necesidad de algo. Por eso yo no te puedo decir como san agustín : «Ama, pero cuidate de qué amas». Porque todo lo que ames será bello y bueno para tí.
 
Y también te digo que precisamente ese concepto del amor de pareja está en el origen de todos los males. Y en el origen del odio. Precisamente porque no hay nada más antinatural que forzar al amor a enclaustrarse para siempre con una persona. (Nota1) .
Y esas cadenas, ese yugo a que se somete el amor no sería mayor problema sino fuera causa de tanto dolor, de tantas lágrimas. Y ello ocurre porque el amor no se somete facilmente a esas leyes antinaturales. Y los matrimonios se deshacen y las personas se destrozan y los hijos se destrozan. Pero todo vale para mantener el amor sometido a las leyes de una moral antinatural y que sólo pretende perpetuar el patrimonio familiar. Pero ni eso ocurre. Conocemos sólo los casos más famosos : los hijos se oponen al nuevo matrimonio para no perder parte de su herencia. Pero ocurren casos similares a millares. Y más tragedias. Los abogados, sin embargo, estan encantados : en todo meten cuchara.
Y de ese amor encadenado nace el odio. Algunos lo sospechan y no quieren formalizar su amor con un contrato. Yo os explico claramente porqué lo hacen. Porque intuyen algo, aunque no se lo explican muy bien. Que algo cambia cuando te casas. Yo os lo explico : lo que cambia es precisamente que esa situación antinatural del amor en pareja, que durante el noviazgo esta idealizada se encuentra con la cruda realidad. Se encuentra con el día a día. Con la vida. Yo era de esos también. Y tambien me divorcié.
Y más aún, que si no disfrutas antes de ese estado de enamoramiento previo nunca podrás amar de verdad a nadie en concreto. Porque ese estado de enamoramiento es la escuela del amor. La que te va preparando para la visita de Cupido.
A tod@s nos parece adecuado que los jugadores de fútbol se entrenen en el campo de juego y no con la consola en el sillón. En cambio nos pasa desapercibido que el que se entrena día a día en el odio se va alejando de la experiencia más maravillosa que puede tener el ser humano. De la experiencia del amor.
Eso no quiere decir que no la llegue a conocer nunca. Por supuesto que se puede enamorar. Pero indudablemente le resultará mucho más difícil y menos gratificante la experiencia. Imagínate. Es como el que se acostumbra a comportarse como un salvaje en la mesa – o en la cama -, y después intenta comportarse con una correctamente con una persona especial – en la mesa o en la cama - . No quiero decir que no lo pueda conseguir pero si lo consigue será a costa de un esfuerzo tan grande que le privará de los otros placeres, de los auténticos placeres del amor que son los que podría disfrutar.
Somos animales de costumbres. Acostúmbrate a amar. Acostumbrandote a amar te preparas cada día para amar más. Para amar mejor. 

Lo mismo ocurre si odias pues después te será imposible amar pues «cada cual honra al dios cuya comitiva seguía» (Platón, Fedro, 301).

Finalmente, igual que un cuerpo que no está habituado al sol no puede soportarlo, un alma que no está instruida tampoco es capaz de dar acogida al Amor sin sufrir. Cuerpo y alma se sienten oor igual turbados y enfermos y echan de ello la culpa a la divinidad y no a su propia debilidad.” Plutarco, Sobre el amor, (1,100).

Estos no pudieron representar una historia de amor...
Me acuerdo ahora de Richard Burton y Elisabeth Taylor. Una pareja de enamorados como los hubo pocos y que sin embargo no pudieron disfrutar de su amor mucho tiempo a causa de las continuas discusiones. Ellos son el paradigma del dicho «ni contigo ni sin ti». Que un prestigioso psiquiatra traduce precariamente por «como el perro del hortelano que ni come ni deja comer».
 
Aquí puedes leer más sobre la contradicción amor-odio : VerAmor&Odio



Notas.-
-1.-

Fijaros bien en lo que digo : es más natural el llamado «amor de Dios» que se profesa en los conventos que el de la pareja. Paradójicamente , se acerca más al concepto de amor, que el amor que se declaran todos los días miles de parejas. Y ello porque el amor, que llamaré en adelante «amor conventual», no está forzado ni obligado – por el voto de pobreza - a compromisos económicos. 
Entre lo que yo llamo «amor conventual» y el«amor de familia» se encuentra esa forma de amor que se vive estos días de Semana Santa. Me refiero al sentimiento que comparten los cofrades de Semana Santa. También los espectadores y televidentes. No estoy de acuerdo con esa crítica fácil de la frivolidad. Si se analiza la religiosidad de la fiesta comparando – malévolamente - la «seriedad» que se respiraba en los años cincuenta con el ambiente lúdico actual, lo que se está criticando, en realidad, es la felicidad que proporciona lo propia fiesta y el ambiente democrático que entonces no existía.

Me explico. Es malévola la comparación. Es como si comparamos la angustia de los jóvenes antes y durante lo exámenes y la alegría después de concocer los aprobados. Y más aún con su primer empleo. En plan más metafísico podíamos decir que el ambiente festivo y lúdico es una conseqüencia por un lado de la propia didáctica de la fiesta. Y por otro de la dinámica social de bienestar – desgraciadamente en declive -.

Es decir, que estamos criticando – cínica o ignorantemente - las conseqüencias benefactoras de la propia fiesta. Yendo un poco más allá : la acción catártica sobre el dolor humano. Pero como ya he dicho en otras ocasiones : «La Iglesia bendice el sufrimiento». Y siempre verá mejor las lágrimas y el dolor. Es su negocio. En contra de sí misma no acepta la felicidad y el alivio de las penas que su propia liturgia proporciona.

Sin embargo los humanos celebramos – humananamente- de mil maneras, al margen – aunque no del todo – de la liturgia. Porque en estas fiestas de Semana Santa se produce un fenómeno muy curioso y único. Se produce una mezcla íntima de sentimientos de religiosidad muy diferentes. Unos más profundos, otros más profanos. Y el resultado de esta mezcla – insisto íntima, profundamente religiosa y a la vez profundamente humana – de sentimientos diversos alrededor de los símbolos religiosos se produce un milagro del amor que podríamos llamar «amor cofrade». Es una versión de ese «amor al Dios» que todos compartimos. No es una contaminación pagana como critica la jerarquía, sino profundamente humana y que desde luego va mucho más allá de lo que presenta litúrgicamente y desearía la Iglesia católica.

Es el milagro del amor que llena también los campos de futbol. Es admitido por todos que el fútbol ha degenerado y se ha corrompido. Es el milagro que llena de afición y de ilusión los diferentes deportes a pesar de los escándalos de dopaje. Yo lo comparo incluso - y que me perdonen esas almas privilegiadas -, con ese amor que mueve a tantas miles de personas a encerrarse en los conventos.

Si os fijais el amor del hincha de futbol se va convirtiendo en algo así como ese «amor conventual» - por supuesto lleno de botes de cerveza y porros-. Me han llamado la atención esas grandes concentraciones preparadas por la organización de la Copa de Rey para madridistas y «culés» en las proximidades del Mestalla en València, desde donde escribo. Y me atrevo a compararlos con los movimientos de monjes que formaron los primeros monasterios allà por el siglo X. Algunos jóvenes actuales llevan incluso capucha como los mendicantes. ¿No sería pura felicidad poder compartir esa ilusión toda un semana antes del partido? Así se fundaron los primeros monasterios...
Algo similar a lo que actualmente se está poniendo de moda al firmar los futuros esposos un «contrato económico en caso de divorcio» que de consolidarse supondrá de hecho un contrato contra el contrato matrimonial. Y en lo que a nosotros nos interesa el paso previo para el definitivo : yo me junto con quien quiero y me separo de quien quiero sin más compromisos y punto. Sin esperar nada a cambio.

Lo mismo podría decirse del amor del padre por los hijos. Es un amor que se acerca al sentimiento de amor que comentamos. También, como el «amor conventual», se diluye entre varias personas y rompe el esquema que propone san Agustin de que el amor es esencialmente amor hacia alguien. M ás adelante hablaremos de cómo el amor huye del yugo de la pareja – especialmente en la madre, pero también en el padre - y se refugia en el amor a los hijos o en al amor a los padres. También veremos los conflictos que estas 'huidas' provocan.

Dentro de este que llamaremos «amor de familia» tiene un lugar especial el que se da en la familia extensa – por oposición a la familia nuclear -. La familia extensa es la familia en la que, como ocurría antes, convivían los hijos, los padres y los abuelos bajo el mismo techo. Esta forma de «amor de familia» se acerca en sus características al «amor conventual».

Y otro aspecto importantísimo : son mínimamente generadoras de odio. Precisamente porque el yugo a que se somete al sentimiento amoroso en estos dos casos es más suave, menos opresivo. Ambas formas de amor permiten la disolución de los conflictos cotidianos y la orientación de las preferencias hacia uno u otro miembro de la «unidad de convivencia» sin mayores problemas ni explicitaciones.

Estas formas de amor se se acercan a la forma auténtica del amor que se podría llamar universal.


Bibliografía:

-1.- Plutarco, Sobre el amor, edición y traducción de Antonio Guzmán Guerra, 1990, Espasa-Calpe, Colección Austral, Madrid, ISBN 84-239-1927-7. Más sobre este texto en SobreElAmor.doc” 
-2.- Arendt, Hannah,2001, El concepto del amor en san Agustín, ed. Encuentro Madrid. (Está en Goolge Books)”  





Amor y religión.-

No podemos evitar hablar de religión en un tratado sobre el amor. Las etimologías de ambas palabras giran alrededor de 'religare' , que quiere decir unir.

Pero hay una manera de unir que te ata como a un palo y otra que te hace más libre.

¡Qué paradojas! La que te propone la sociedad es la que te ata, claro. La sociedad siempre te propone lo que te hace más borrego, más sociable, más manipulable.

La que te hace más libre te la tienes que currar tú. Que sí. Que no hay vuelta de hoja. Que si quieres adelgazar tienes que pasar un poco de hambre. Si quieres ser más libre tienes que hacer ejercicios de libertad. Y eso no siempre sale gratis. Pero a la larga compensa.

Por otro lado, el Amor es una cuestión de fe. Pero no de fe en Dios. Sino de fe en los hombres y las mujeres que te rodean.

Hay que creer, no en Dios - es contraproducente – sino en los seres humanos.

Hay de creer que somos inocentes mientras no se demuestre lo contrario. Que si hacemos las cosas mal es porque nos equivocamos -no porque somos unos cabrones, o cabronas -. Y que el mundo esta llenos de hijos de puta, cierto. Pero que un ladron me pidió 100 € cuando estaba sacando dinero en un cajero y tenía 300€ en la mano. Una mirada sincera espanta la maldad – aunque no siempre -.

No te lo creas. No soy tan hijo de puta como parece. Soy Antonio Manuel Sánchez, bandolero, malvivo en la sierra Margarita de Cádiz. Atraco a senderistas y pastores. Seguro que conoces más casos. Yo creo que las consultas de psiquiatría son la cantera de esa selección de desgraciados que deambulan por calles y cajeros pidiendo o robando. “La mayoría tiene problemas mentales” dicen los reportajes. Son desarraigados. Todos lo sabemos. Tienen fichas en Salud Mental de algun ambulatorio ¿Qué hacemos por esos vecinitos que van de mal en peor y que sabemos que acabaran siendo carne de presidio? Como Antonio Sánchez, bandolero.

El Amor no siempre genera Amor, pero el odio siempre genera odio. Es posible que después de leer esto pienses que no vale la pena (mira Ellos hablan de odio)

El amor hacia alguien ( mira «El amor en san Agustín y Aristóteles es cosa de dos») y la fe en alguien – digamos en Dios – y en alguien más – digamos el rey -, parecen relacionadas. ¿No te parece?

¿Dónde está la clave de esta relación? No debe ser fácil de encontrar por lo que cualquier ayuda será bienvenida. Fíjate qué saltos hay que dar. Pero me da que de esa relación de amorcito tan romántico. El amor «de tú a tú». Llegamos mirando románticamente hacia el cielo hacia Dios Padre. Y mirando, también románticamente hacia abajo, nos encontramos con el principe azul y la princesa. Vamos, con la Monarquía. Puede ser? O son imaginaciones mías a posteriori, como dirían los filósofos.

Ese amor a dos en religión es amor, no a los dioses, sino a uno sólo. Un único Dios.

Y en política es amor y sumisión no a muchos sino a uno a un Rey – por principio no pueden ser dos -.

Hoy reciben al Jeque de Qatar en la Casa Real. Viene con una de sus doce esposas. “La que siempre le acompaña en sus viajes.” Según TVE. 26/04/11

Esto nos recuerda las profesiones de fe de las grandes religiones llamadas monoteístas: Judaísmo, Cristianismo, Islam. No es de extrañar, si pensamos que proceden de Egipto.

Pero no nos fiemos de la aparente simplicidad de la afirmación monoteísta, ya que si fuese tan evidente para los fieles no les sería necesario repetirla cada día.

En realidad se trata de un problema muy profundo: la unidad divina se ha perdido para el hombre caído y su reintegración, su regeneración, consiste precisamente en reunir al Osiris de abajo con el Osiris de arriba.

Los hebreos enseñan que el nombre de Adonai se ha dividido en dos por el hecho de la transgresión adámica. Los justos son aquellos que reunifican el nombre de Dios. Es lo que dice Zacarías XIV, 9: «Es este día el Señor será uno y su nombre, uno».

Esta unidad sólo se puede conocer experimentalmente; es el resultado de una realización y no, tal y como podría pensarse, de una simple fórmula dogmática o especulativa.” (Los misterios egipcios según el tratado de Isis y Osiris de Plutarco, Por Carlos del Tilo)



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