dimarts, 15 de març del 2011

Amor, sociedad y política.

Hay sociedades que se lo ponen más difícil al amor, cierto. El anfiteatro romano era un espectáculo de una crueldad hoy en día solo comparable al anfiteatro de las chavelas de Río de Janeiro. Sus habitantes que se declaran incapaces de acabar con ese estado de cosas, se devoran unos a otros como fieras ante la mirada complaciente del mundo civilizado que solo espera un año tras otro la llegada del Carnaval de Río, como los romanos esperaban los espectáculos de lucha y muerte del anfiteatro. La Roma imperial no lo fue; el Brasil actual de las chavelas no es el espacio social más adecuado para el amor. Cierto.

En “El arte de amar”, un romano, Ovidio Nasón, no habla de amor, porque lo desconoce. Habla de preferencias, de gustos, de placeres. Los romanos no conocían el amor. Los griegos tampoco conocían el amor (1). Sin embargo le llamaban amor. Siempre se ha llamado amor a lo que tiene que ver con las relaciones agradables, placenteras entre las personas. Especialmente en un mundo bastante salvaje. (2)
“«¿Y el amor? ¿A quien demonios le importa el amor? La esposa es sólo un vientre (venter) en el que el marido concebía sus hijos. (...) No se puede tratar a la esposa como a una amante » (Séneca)”. (1,45).


Sarcófago de los esposos etruscos. 
Curiosamente en la sociedad fundadora de Roma, en la sociedad etrusca sí que existía ese sentimiento. Lo que no sabemos es si se trataba de 'excepciones'- era algo aristocrático- o estaba generalizado.
Allí se decía «Donde tú Gaio, yo Gaia.» queriendo decir «Donde tú eres señor y administrador, yo también soy señora y administradora.» (2,45).

Y otras sociedades lo ponen más fácil.


El sentimiento del amor como lo conocemos nosotros en occidente comienza en el s.XI en la Provenza francesa con el «amor cortés», - ya hemos visto que podrían haber exepciones como en la Etruria del s. VIII aC. -. Comienza con los trobadores y con incorporación de la mujer a la sociedad. Con la dignificación social de la mujer. Sin la consideración de la igualdad social de la mujer nunca ha existido el verdadero Amor. No se puede amar a quien que no se respeta y se valora socialmente. Aquí tienes una performance en la que se narra el acontecimiento.(LINK
El status de la mujer en la sociedad es clave para entender el sentimiento del amor. Por eso en sociedades y culturas donde la mujer no ha conseguido todavía la dignificación de su status us habitantes no pueden gozar del sentimiento más profundo y maravilloso que pueda experimentar el ser humano. Es triste reconocerlo pero es así. Las relaciones sentimentales se quedan en el placer del estar a gusto, de la mutua complacencia, – lo que tambien es muy agradable, sobre todo porque no genera las tensiones emocionales del auténtico amor – , del amor a los hijos.

Las autores contemporáneos cualifican éste «amor cortés» como una idealización del amor. Algo parecido a como cualifican el amor del valenciano-catalan Ausiàs March. Sin embargo no caen esos especialistas, - mejor así pues la caida desde las altas cátedras puede fracturar caderas ya osteopáticas – en que la idealización la tenemos delante de nuestras narices en el amor como lo vivimos hoy en día. Mejor que idealización sería hablar de alienación del amor en función de los bienes económicos y la autoestima – otra función económica al fin de la 'riqueza personal' -. Pero esto merece capítulo aparte :en nuestras sociedades desarrolladas el status de la mujer ha alcanzado cotas de igualdad aceptables. Sin embargo, el efecto positivo en relación con el amor se ve perjudicado por la degradación del conjunto de las personas - hombres y mujeres -.
La escala de valores ha cambiado, y dinero y status económico han situado a los individuos – hombre y mujeres – en situación de 'esclavos' comparable ya a los tiempos de Grecia y Roma. De 'esclavos' del dinero y de la marca, claro. Con lo cual no es ya la consideración social de la mujer, sino de la de la mujer y el hombre - la consciencia de nosotros mismos -, la que está por los suelos. Y ese terreno es malo para el amor.

Cuando Jesucristo les hablaba a sus conciudadanos del mundo romano en Palestina del amor nadie le entendía. Les hablaba 'en chino'. Los evangelios demuestran que ni sus apóstoles le entendían. Hoy lo consideraríamos como un loco. Exactamente como un loco, no te quepa la menor duda.


El rapto de las sabinas.
Notas.-
(1)
-1.- Podría añadir la muletilla «hablo en general» para evitarme problemas y esa posible exepción que podría tirar por tierra la afirmacón arriesgada de que griegos y romanos, también árabes, conocían otros sentimienos como la amistad, el afecto, la fidelidad, tenían su concepto de belleza, pero no conocían el amor.

En cambio en referencia a estos sentimientos enumerados anteriormente sí que podría decir «hablo en general», porque para muchos, por no decir, muchísimos individuos, eran totalmente desconocidos. El interés inmediato y miope o la pasión o el poder, eran determinantes de las conductas. Y eso se traducía en traiciones continuas, infidelidades a pactos, conflictos, guerras, asesinatos y crueldad. Me gusta poner como ejemplo la sangrienta historia inicial de la religión islámica. La misma familia del profeta Mahoma con su seqüencia de guerras, asesinatos y traiciones. En la familia cristiana tenemos la crueldad de las cruzadas, las luchas si ningún escrúpulo, por el poder en las familias gobernantes del occidente cristiano, - no me quiero imaginar a Leonardo da Vinci sirviendo en la cortes de los Sforza en Milan o de Cesar Borgia – «El Príncipe», de Maquiavelo -, pero ahí estaba nuestro sabio y amado maestro facilitando mapas al Borgia para sus conquistas e ingeniosos artilugios mecánicos para los fastos del Condottiero en Milan -; así como la persecución y tortura de herejes y disidentes que prácticamente llega hasta nuestros días.

Desgraciadamente la amistad, la fidelidad, el respeto y el amor por la belleza y el arte han sido notables exepciones en la historia de la humanidad, cuando no necesidad estratégica de maquillar las apariencias y disimular las atrocidades del poder.



(2)Posiblemente para destacarlas de lo normal en unas sociedades tipo 'far west' donde el uso de la fuerza bruta era cotidiana – dentro de unos límites, menores que los actuales pero más frecuentes -. Griegos y romanos llamaban bárbaros a los de 'a fuera'. Pero ellos no lo eran menos. Fijate que el concepto de virtud en un ciudadano griego o romano estaba relacionado con la posibilidad de expresarse correctamente – con la retórica - y que sus palabras se correspondieran con lo que realmente quería decir. Especialmente en situaciones conflictivas sin necesidad de recurrir a insultos y descalificaciones, de manera que evitara que el conflicto llegara al ' mazazo' o a la pedrada, como solia ocurrir frecuentemente.


Los sofistas decían, extrañamente para nosotros, que enseñaban a los ciudadanos a ser virtuosos. Y realmente era así, porque nadie podía ser virtuoso, sin poder expresarse correctamente. Expresarse bien y comportarse bien eran términos similares. Es decir, comprender la realidad, tanto externa como la propia. Para los griegos y los romanos, como para George Sand, y para mí, el mal sólo es ignorancia. Hoy día el papel de los sofistas griegos digamos que lo ocupa lectura.

Bibliografia.-
-1.- Eslava, Galan, 1969, La vida amorosa en Roma, Ediciones Temas de Hoy, Madrid.

-2.- Plutarco, Obras Morales y de costumbres (Moralia) Tomo V, edición de Mercedes López Salvá, editorial Gredos, 1989, Madrid.


Amor y política.-

“El mismo Alejandro, en efecto, cuando Antigénides tocaba con su flauta la melodía del Carro, quedó tan subyugado y tan inflmado su espíritu por los acordes de la canción, que se preciitó a coger las armas que estaban próximas, confirmando así el testimonio de los espantanos, que solían cantar:

el tocar bien la cítara incita a competir con el hierro

(Bergk, Poet. Lyr. Graec., pg 51 alcmán, frag. 100D).”(1,257)
Pero aquí vamos hablar del Amor no de la Música, aunque tienen mucho en común. Y tampoco vamos ha hablar de la lucha sino de lapolítica, que sin embargo también tienen mucho en común.


“Durante bastante tiempo, el recurso a lo amoroso funcionó como un artefacto ideológico perfectamente engrasado. Por un lado, estaba claro que el amor ofrece al individuo la posibilidad de una experiencia extraordinaria, de una intensidad inusitada. Merced a la pasión amorosa, los enamorados siempre han creído acceder a dimensiones desconocidas de sí mismos, conocer estratos de su ser que permanecían ocultos a su propia mirada, y de tales descubrimientos han extraído la fuerza para enfrentarse a la realidad con una energía y un valor impensables en circunstancias normales. Quien ama, diría un castizo, está dispuesto a ponerse el mundo por montera, a hacer saltar por los aires cualquier convención, norma o costumbre, por más arraigada en la tradición o en los usos establecidos que pudiera encontrarse.

Estamos a punto de quedarnos sin amor. Y nos lo van a arrebatar con el mismo argumento con el que nos lo arrebatan todo: en nombre de la libertad.”

“(...) aunque con toda probabilidad el modelo anterior (romántico, cursi o clásico) haya entrado en irreversible crisis, no hemos sido capaces de dar con alternativa alguna suficientemente satisfactoria.” (2).

Del amor como artefacto (¿averiado?) ...la dependencia afectiva,

Bibliografia.-
-1.- Plutarco, Obras Morales y de costumbres (Moralia) Tomo V, edició de Mercedes López Salvá, editorial Gredos, 1989, Madrid (O.P. 875 PLU obr, Biblio Hospital).
-2.- Manuel Cruz, EL PAÍS-Babelia 02/04/2011
 
 

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