dilluns, 21 de març del 2011

El Amor y el saber hablar-saber hacer.

O lo que los griegos llamaban la retórica.


Merece un punto aparte por su importancia el tema amor y retórica. Y no se crea que es superflua la asociación.


Ovidio en «El arte de amar» expone un conjunto de habilidades sociales para la seducción gran parte de las cuales podríamos enmarcar en lo que nosotros entendemos por retórica. Es decir, el arte de expresarse correctamente de acuerdo con la finalidad que perseguimos. En nuestro caso la seducción.

También los especialistas se han preguntado desde siempre que hace un tratado de retórica en «Fedro», el Diálogo de Platón, que habla de la belleza y de amor. Mira Fedro.doc.

Pues aquí tienes la respuesta, no de un especialista erudito, sino de un modesto amante del Amor y de la Belleza : el «saber decir» en el amor para Ovidio y para Platón, son tan importantes para el amor como el mismo sentimiento. El saber decir y su consecuencia : el saber pensar. Recuerda que griegos y romanos llamaban bárbaros a los extranjeros pero ellos eran realmente muy 'bárbaros' a pesar de la sofisticación de su cultura. (Mira Amor y Sociedad).

Y ese «saber decir» esta indisuloblemente unido – eclécticamente unido – al «saber hacer», que es lo mismo que el «saber pensar». Los sofistas fueron los primeros teóricos materialistas-dialécticos del conocimiento: el pensamiento se confecciona con las palabras - las palabras dichas, oídas y/o leídas -.

Y nadie que sepa expresarse bien – y pensar bien – podrá actuar mal. El que actua de acuerdo con la maldad es que no ha aprendido todavía.

Y podemos concluir que si los amantes de corazón pusieran en práctica la mitad de los consejos que Ovidio da en «El arte de amar» a los amantes 'por seducción', tendrían muy bien garantizada la armonía de su convivencia.

Amor y Conocimiento.-


Cuando encuentro novedades en lo que ya me conozco ' de memoria' es cuando pienso que realmente estoy aprendiendo. Es decir, cuando coloco lo que ya sé tan lejos que me permite seguir descubriendo cosas nuevas que tengo más cerca. Cuando el paseo de cada día me parece nuevo, me descubre sombras y luces nuevas es que mis ojos – es decir yo mismo – voy siendo más.

De momento no sé qué relación tendrá eso con el amor, pero intuyo que la tiene, como todo en mi vida, - quizá tenga algo que ver tambien con el Alzheimer -. Es decir con las mentes que son obligadas a perder toda capacidad de asombro, de ignorancia, en resumen de aprender. Es decir, con las mentes que 'son obligadas' anormalmente en la cotidianeidad a recordar forzosamente. Con lo que pierden la capacidad natural de olvido. O lo que es lo mismo, de recordar selectivamente – léase memoria afectiva o emocional : esto ya tiene algo que ver con el amor -.

Y con un@ mism@. Pues al fin descubrir cosa nuevas en lo que ya se sabe es descubrir cosas nuevas de nosotros mismos, conforme al oráculo de Delfos : «conócete a tí mismo».

Es decir que estamos vivos. Y en este senido el Alzheimer podría ser la somatización de la muerte emocional de la persona.

Sócrates dijo que el que aprende es como el que recuerda (Fedón, 72d) lo que el alma ya sabía en otras vidas. Yo os digo que el aprende no es que recuerde, aunque pueda parecerlo. Es fácil la confusión. Porque lo que hace en realidad es explicarse lentamente, con detalle, todo aquello que le dió la vida, de golpe, en los primeros años de la vida.

En realidad es como decía Sócrates un parto. Pero en el sentido de la comprender tu parto real. Cada alumbramiento particular. De comprender el momento en que saliste del cuerpo de tu madre y viste la luz por primera vez. 

Esa luz que vieron tus ojos por primera vez. Y que a lo largo de la vida deseas saber cómo se produjo. Porqué se produjo. Qué era aquello tan descomunal que se produjo, - que se introdujo -, en un ser tan débil, tan pequeño, tan insignificante. Esa luz que vas buscando toda la vida.

Hay quien no busca, nada. Pero si estás aquí, leyendo esto no eres de es@s. 

En realidad, deseas recordar-conocer lo que para tí – sólo lo que para tí - fue importante en esos primeros años de tu vida de la historia de la humanidad. Comprender ese misterio, - no hay otro, no hay otras vidas -. Eso que dejó fascinados nuestros pequeños ojitos.

No sé qué tendrá esto que ver con el amor, pero me da que mucho. Ya lo descubiremos más adelante. Alguien tiene alguna idea? Quizá que ese parto consciente – intelectual, del alma – se va produciendo a lo largo de la vida? Y que nunca acabamos de comprenderlo del todo? Y que nunca acabamos de nacer, mientras que lo que nos preocupa es la muerte? O quizá también que la fascinación descomunal del nacimiento es un proceso que dura también toda la vida y que a pesar de todo seguimos siendo tan pequeños, tan vulnerables, tan débiles. Y cada vez más...10/04/11.


Y a la vez la traducción racional de la mitología. Mitología ante la que nos sentimos igualmente muy pequeños, como recien nacidos. Y quizá por eso nos empeñamos en conocer el mito. Inútilmente deseamos conocer a los dioses sin que nadie nos los presente. Y nuestra historia del conocimiento podría ser la historia de la racionalización del mito que empezaron los primeros filósofos y historiadores griegos(Nota1).

Y nosotros la continuamos. Preferimos conocer, interpretar el mito a sentir el mito desde “la piedad y la filosofía”(Plutarco, De Isis y Osiris,11,355c). Preferimos iluminar el mito con la luz fría de la razón, en vez de hacerlo con la más cálida del corazón. Como lo hicieron millones de nuestros antepasados para no enloquecer ante la sinrazón del placer y del dolor.

Nota 1.- “La búsqueda se ejerció fundamentalmente sobre
los mitos transmitidos por Homero y Hesíodo. Comenzó en
el s. VI con los presocráticos y se constituyó formalmente con
Teágenes de Regio (s. VI), Anaxágoras, Demócrito, los sofistas
y los cínicos. Adquirió su pleno desarrollo con los estoicos, que
llevaron muy lejos el esfuerzo de racionalización científica de
los mitos, y continuó practicándose cada vez más entre los-historiadores
como Evémero, Paléfato, Diodoro y Estrabón, los
neoplatónicos y los neopitagóricos.”(1,29).

Bibliografia.-
-1.-Plutarco, Obras morales y de costmbres (Moralia), VI, Isis y Osiris, Diálogos Píticos, Edición de F. Pordomingo y J.A. Fernández Delgado, Gredos, 1995, Madrid. (.../lectures/Plutarco/Plutarco – Isis y Orsiris.pdf).


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